“Why do you go away? So that you can come back. So that you can see the place you came from with new eyes and extra colors.
And the people there see you differently, too. Coming back to where you started is not the same as never leaving.”

Singapore Skyline

Singapore Skyline

viernes, 27 de mayo de 2016

Bali (I)



East Bali
Denpasar - Ahmed - Jemeluk - Lipah - Gili Islands - Candidasa - Tenganan  - Tirta Gangga - Kuta Selatan - Uluwatu 

En Indonesia hay una isla (una de tantas...) de sobra conocida, Bali.


Una isla mágica, donde milagrosamente el turismo no ha arrancado todo su encanto. Donde se preserva con elegancia el impacto del progreso en el paisaje, pese al incremento de la población y la demanda turística. El encanto de la arquitectura balinesa se dispersa entre palmeras, arrozales y al borde de la costa.

De Depansar directos a Amed, el noroeste de Bali se revela tranquilo y discreto. Recorrer los 14km de costa entre Amed y Culik pasando por Jemeluk, Bunutan, Lipah, Selang, Banyuning y AasCon especial parada en las playas, pantai en bahasa, Pantai Lipah y Pantai Jemeluk, y explorar sus costas entre corales y pececillos en búsqueda de sus impresionantes barcos hundidos. El famoso japanese shipwreck que data de la Segunda Guerra Mundial cerca de Banyuning se puede disfrutar buceando con tubo o con botella.

Dormir con el murmullo de las olas rompiendo en la orilla en el Suriya Rainbow Villa, cenar con música en directo en el Wawa Wewe Beach. Comer en el primer sitio donde ataca el hambre, a poder ser con el mar de fondo, nunca hay que desestimar un límpido horizonte a nuestro alcance.


Desde Amed dejarse embaucar por la llamada de las Gili Islands, en Lombok. Aguas prístinas, playas de fina arena blanca, ni un solo vehículo motorizado.


Gili T con sus bares, restaurantes, playas y un camino de arena y polvo rodeando toda la isla. Conciertos, luces y sillas a pie de playa esperando cada día un nuevo atardecer. El mar rutilante bajos los colores del ocaso. Rojo, amarillo, naranja, morado. Karma Kayak, Sunset Bar, The Exile o Serene Sunset son algunos de los mejores.



Despertarse rodeados de azules frente al mar en Le Pirate o hacia el interior de la isla arropados por los cantos de pájaros y el rumor de una fuente en el guesthouse Pantai Karang. En todo caso, lejos del bullicio de la fiesta que comienza antes del anochecer hasta bien entrada el alba.


Coger la bicicleta y perderse en el centro de la isla. Entre palmeras y las siempre humildes casas de sus habitantes. Ese "hello" con una sonrisa al pasar cerca de cada una. La perenne curiosidad siempre brillando en sus ojos.


Gili Air y Gili Meno silenciosas y austeras, sobre todo Meno. Donde el espectáculo del amanecer o del anochecer se ofrece en su estado más natural, sin bares a la vista, de pie o sentado sobre alguna roca cerca de la costa.


Bajar de nuevo desde North East Bali hacia el sur a lo largo de la volcánica costa este de arena negra. Un color que no resta encanto a su alfombra de colores salpicada de peces.
En Candidasa se recupera el bullicio de gentes y el tráfico en la carretera. Dormirse y despertarse frente al mar en The Natia, cenar local en un sencillo jardín terraza iluminado en el Warung Boni.




Cerca de Candidasa, hacia el interior y entre montañas, el pueblo de Tenganan, habitado por la tribu indígena Bali Aga, se conserva quasi intacto pese al paso de los años. Las casas mantienen la arquitectura tradicional balinesa con algunos añadidos de la vida moderna, y los antiguos templos desafían con gracia el avance del tiempo.
Al llegar a la entrada, un guía local se ofrece voluntario para visitar el pueblo y, si tenéis suerte, llevaros hasta el interior de su casa. Agricultura y artesanía son las bases de su economía, y no falta un telar en cada casa.
Las reglas del pueblo para preservar intacta la tradición son sumamente estrictas. Solamente aquellos nacidos en Tenganan pueden vivir en él, y si alguno de sus habitantes decide casarse con alguien externo, deberá abandonar el pueblo. Afortunadamente, existen algunas reglas a la hora de concertar enlaces entre la gente del pueblo y evitar los peligros ineluctables de la genética.
Evidentemente, todas las ascentrales tradiciones y ceremonias se reviven con rigor y dictan la vida del pueblo en sus tres acontecimientos principales, desde el nacimiento hasta el casamiento y la muerte. Entre ellas destaca la preservación de la música Gamelan balinesa cuyos sonidos graves de percusión se endulzan con el xilófono que los acompaña.
Respecto a la artesanía, producen un tipo de tela único, el Geringsing, confeccionado con el arte del doble ikat, una técnica de teñido de patrones basada en a
taduras sobre las hebras que se realizan antes de tejer la tela. Muchos de los diseños son exclusivos y reservados para ocasiones especiales como matrimonios y ceremonias religiosas.


Continuando la ruta hacia el norte llegamos al palacio del agua de Tirta Gangga, cuyo nombre significa agua del Ganges. Construido en 1948 por el Rajà de Karangasem, fue destruido casi completamente por una erupción del monte Agung en los años sesenta, y como lo vemos hoy es gracias a las labores de recontrucción que se llevaron a cabo restaurando cada ápice de su regia elegancia.
Estanques y piscinas enarboladas de estatuas de piedra y caminos flotantes, y en su centro, una fuente de once escalones. Once, pues según los antiguos hindúes, representa el equilibrio de las emociones, el pensamiento y el espíritu. Si 1 significa la pureza y el comienzo, 11 duplica la fuerza de dichos atributos.



Finalizar el recorrido en la península de South Kuta.
En lo alto de la escarpada costa en el Romeo Beachfront Bungalow, que más que Beachfront resultó ser Horizontfront. Bajar unos numerosos y toscos escalones esculpidos entre las piedras para llegar a la playa Pantai Bingin, donde degustar sobre cojines desde una elevada roca el plato del día con las verduras frescas del mercado preparadas por una agradable Ibu (que significa madre en bahasa) balinesa. Acabar el día de cena en la terraza del Cashew Tree, con un menú tan sano como variado.



Y, para concluir en douceur, direccióPura Uluwatu, el templo Uluwatu, bien antes de que se acerque el ocaso, para disfrutar de toda la gama de colores de otro, mas siempre diferente, anochecer.

Este famoso templo balinés del mar dedicado al dios hindú Rudra del viento y tormenta, está situado al borde de un acantilado de 70
metros sobre el mar, sus jardines bordean la costa, sus rebordes se encuentran salpicados de adelfas de colores.

El paseo propicia la armonía y abstracción, con el mar rugiendo a nuestro lado. Solo una cosa es capaz de devolvernos a la realidad: los numerosos monos que habitan el recinto del templo y cuyo pasatiempo favorito es agenciarse gorros, botellas y cualquier objeto a su alcance de los incautos turistas, quienes, aunque avisados, u olvidan o se sienten irremediablemente atraídos por los traviesos macacos.


De nuevo un anochecer donde permanecer absortos, la mente vac
ía, con el sonido de las olas deshaciendo su manto de encaje sobre las rocas al tiempo que se encienden las nubes en el horizonte. Todo es posible en el ocaso, donde día y noche se confunden, donde nos sentimos libres y parece que lo sueños están cada vez más cerca de hacerse realidad...



lunes, 16 de mayo de 2016

One chord out of the two strings




"How shall I hold my soul so it does not
touch on yours. How shall I lift it
over you to other things?
Ah, willingly I’d store it away 
with some lost thing in the dark, 
in some strange still place, that 
does not tremble when your depths tremble. 
But all that touches us, you and me, 
takes us, together, like the stroke of a bow, 
that draws one chord out of the two strings. 
On what instrument are we strung? 
And what artist has us in their hand? 
O sweet song." 

Rilke

El sonido de la armonía de dos almas entrelazadas, no hay canción más dulce ni notas más anheladas. Todos tenemos un corazón que late, libre, que a veces se desacompasa y se desajusta, pero nunca se para... en fin, nunca pensamos que vaya a pararse. Es más, tendemos a olvidar que llegará ese momento de frío y desamparado silencio, sobre todo ahora que el corazón se desboca en el pecho.

La cuerda del instrumento, la arteria que tensa el arco que dispara la vida entre las venas. La levedad del bombeo cuando se sabe que el tiro ha sido certero. La melodía se expande y el alma vibra, resuena y amplifica cada nota, la contrae en su membrana, la inspira y la devuelve al aire que la transporta allende los mares, donde nadie puede tocarla, y, sin embargo, se tocan.

Nada se sabe del artista, del músico que suavizó las aristas y esbozó desde la nada los acordes de una sonrisa. Pudo ser capricho del destino, o del mismo universo que tras la gran explosión y la consecuente expansión del espacio se empeña en atraer esos pedacitos de materia que se perdieron en el cielo. Algún cielo.

Ah, la dulce canción de unos versos venidos desde Bohemia hasta Asia a través del tiempo.


domingo, 8 de mayo de 2016

Hanoi



Hà Nội, antigua capital del Vietnam del norte, desde 1975 capital de todo el país al terminar el encarnizado e inhumano conflicto norte-sur. La ciudad, al igual que todo el país sufrió con dureza las inclemencias de la guerra, la infame crueldad de una división dictada por una minoría. Ah, las guerras, tristes guerras si no es amor la empresa, sean donde sean.

Sin embargo, las heridas cicatrizan bajo una capa de polvo, un manto de polución sobre del bullicio de los scooters, del conglomerado de espontáneos puestos de comida en la calle, todo alternado por los árboles milenarios, postreros retractores del asfalto.


Hanoi se acuesta relativamente pronto comparada con su vecina sureña Ho Chi Min, pero se levanta temprano, muy temprano. Es ahí donde se desvela su magia. 
Los noodles que se cuecen en la calle, esos pho matutinos bajo las primeras luces del alba, junto al barbero improvisado que instalado junto a una de las míticas sillas de plástico de colores y una palangana aguarda a que sus clientes acaben de desayunar. Los scooters aún duermen y se puede pasear la tête dans l'air, con pasos despreocupados sin temor de ser atropellados.

Bajo las brumas de la aurora gente de todas las edades se ejercita junto al lago Hoàn Kiếm Lake, en el corazón de la villa. Su nombre significa "Lago de la espada restaurada", en honor a una leyenda popular en la que la que el Dios de la Tortuga Dorada se le apareció al emperador para reclamarle su espada. El emperador Lê Lợi, habiendo derrotado al invasor chino restauró la espada a su legítimo dueño y, en agradecimiento a aquel Dios, le construyó un palacete en una pequeña isla de dicho lago.
Durante muchos años, las llamadas tortugas Swinhoe, animal en peligro de extinción (probablemente ya extinto mientras escribo estas líneas), mítico y adorado por los vietnamitas, poblaron este lago, sin embargo dicen que desde este año no se han vuelto a ver más. Parece que la contaminación derrotó a ese Dios de la Tortuga Dorada que no pudo defenderse pese a haber recuperado su espada.
De noche el lago se ilumina de luces de colores, y se respira una leve brisa que agita los árboles que lo rodean...




La visita al templo de la literatura, Văn Miếuera más que obligada. Dedicado a Confucio, fue construido en 1070 y fue también sede de la primera universidad de Vietnam. Hogar de estudio y sabiduría, sus muros aún guardan algo del misterio que impregna tantos siglos de saber. Helàs, los textos y poemas desplegados en su interior, en los jardines, se encuentran sin traducción. Leer poesía en vietnamita antiguo, ese super poder que se encuentra al final de mi extensa lista.


La ciudad imperial Thang Long de Hanoi, sin ser tan impresionante como la de Hue, también nos teletransporta al pasado. La ciudadela se compone de algunas ruinas y palacios reconstruidos habilitados como salas de exposiciones sobre la cultura vietnamita. Bonsais de todos los tipos y tamaños se encuentran esparcidos por doquier. En el mismo recinto, se encuentra el mausoleo de Ho Chi Min y se pueden visitar los búnkeres y oficinas de mando perfectamente recreadas que el general y sus hombres utilizaron en la guerra de Vietnam.



Pero lo mejor, sin duda, es dejarse llevar, pasear por sus calles, esquivar motos, sortear las bicicletas repletas de flores, y perder la mirada en los vivos colores decadentes de casas y tejados, la diversidad de sus balcones, el entrelazado de los cables de comunicación engalanando las calles.




Para dormir, basta con dejarse caer en cualquiera de los múltiples hostales y bagpackers de la calle Ngõ Huyện, en el barrio de Hàng Trống - Hoàn Kiếm.
Mención especial al spa Midori, de los mejores que he probado en Asia y uno de los pocos lugares de masaje respetables que además promueve la reinserción de invidentes.

Comer sencillo, local, rico: Linh's KitchenCong Caphe y su terraza rescatando las paredes de un viejo templo, Cha Ca Anh Vu y su menú único de pescado marinado riquisisímo y Quan An Ngon, con un amplio biergarten iluminado y una extensa carta de especialidades locales.

Sin olvidarse de probar la famosa Bia Hoi, lo más parecido a las cañas que puede encontrarse en Asia. La cerveza, bia, se bebe fresca del día, y cuando se termina, pues se termina. Así que no conviene ir demasiado tarde... Su contenido en alcohol es bajo, es fresca y refrescante, lo que propicia el dejarse caer por uno de los cafés-barecillos que asaltan cada esquina con sus mesas e infantiles taburetes de plástico de colores

Y finalizar con una escapada hacia lo alto, para alejarse del caos de las calles, de su movimiento constante, a vista de pájaro.


Desde el "Skyline", rooftop de un antiguo hotel en el casco viejo se contempla la fusión del Old Hanoi y New Hanoi al mismo tiempo. Con sus sofás de cuero sesenteros y un tocadiscos que evoca melodías lejanas. Supongo que hay encantos que perduran y se niegan a abandonar su momento en el tiempo.



"Wheresoever you go, go with all your heart."

Confucious