“Why do you go away? So that you can come back. So that you can see the place you came from with new eyes and extra colors.
And the people there see you differently, too. Coming back to where you started is not the same as never leaving.”

Singapore Skyline

Singapore Skyline

sábado, 5 de marzo de 2016

Singapore beaches




Parece que si hay playa en esta jungla de asfalto. Playa que, sin ser paradisíaca como alguna isla del archipiélago de Komodo o Filipinas, por poner algún ejemplo, es un poco más auténtica (aunque no excesivamente) que la lujosa y pluriempleada (centros comerciales, restaurantes, bares, parque de atracciones, campo de golf, etc) isla artificial de Sentosa.



Incomunicada por tierra, solo accesible por barco, carece de cafés, tiendas y cualquier otro tipo de mundana distracción. Una grata sorpresa, viniendo de Singapour.



Zarpar de Marina South Pier hasta la primera parada, Saint-John island, de nombre malayo Pulau Sakijang Bendera. Hace 100 años albergaba una estación de cuarentena del cólera para los numerosos inmigrantes y pelegrinos de la meca que hacían escala en Singapur. 
Más tarde una colonia penal y después un centro de rehabilitación para drogadictos. Ahora, sin embargo, no es más que un simple vergel de pinos, cocoteros y manglares, con sencillas mesas y sillas de picnic distribuidas de forma pulcra y discreta por toda la isla y una limpia bahía donde bañarse y que esconde entre palmeras un horizonte poblado de barcos mercantes.





En el camino de vuelta, parada en la diminuta isla de Kusu, cuyo nombre significa tortuga en chino y que cuenta tan solo con un gran parque y un tempo en toda su superficie. Cuenta la leyenda que una tortuga con poderes mágicos se convirtió en isla para salvar a un marinero malayo y un marinero chino que habían naufragado.
Su templo chino está dedicado a los dioses Da Bo Gong (prosperidad, salud y guardián del mar en calma) y Gyan Yin conocida como la "dadora de hijos".

En resumen, dos palmeras a la sombra a la distancia perfecta, brisa marina suave y refrescante, ligero rumor de olas deslizándose por la orilla y dejarse mecer por la inercia del balanceo entre las páginas de un buen libro. 



Si el tiempo pone a cada uno en su lugar, a mí que me ponga en una hamaca junto al mar y con un buen libro entre manos.